Mi primer encuentro con el bordado fue casi sin querer, mientras estudiaba diseño de indumentaria. En un contexto de mucha creatividad y experimentación , cursando la última materia que me quedaba para recibirme, fue como encontré una pasión que nunca paró de acompañarme. Primero comencé a bordar por intuición. Luego empecé a capacitarme de a poco y fue en ese proceso donde me fui encontrando con personas que compartían mi mismo interés así como con profesoras que me enriquecieron mucho. Así que motivada como estaba me propuse estudiar en Paris y pude asistir a L'ecole Lesage.
Con el tiempo comencé a valorar todo lo que me generaba el bordado. Descubrí que al bordar mis problemas se hacen más chicos y cobran otra dimensión, y el tiempo se detiene un poco, aunque sea por un rato. Puedo decir que encontré un espacio de conexión conmigo y también con los otros. Ya que si hay algo que siempre disfruto es poder regalar algo hecho con mis propias manos, y muchas veces la conexión que tengo con mis seres queridos es la que despierta mi creatividad.
El bordado también es un momento de conexión con mis antepasados, ya que también me gusta intervenir prendas que habían quedado en el tiempo para que puedan volver a la vida. Como un saco que era de mi bis abuela, convertido en una cartera para mi mamá.
Movida por la misma pasión que arranque a bordar, fue como comencé a dar clases, ya que compartir esto que amo tanto y ver el efecto que genera en los otros me da tanta alegría y satisfacción que no hay palabras para describirlo.
Este año al no haber podido continuar con las clases presenciales, decidí poner en marcha la virtualidad como punto de conexión para poder seguir compartiendo esto que tanto me gusta.